sábado, 20 de septiembre de 2008

LA “UNION EUROPEA”: EN BUSCA DE UNA “ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD MODERNA”.

[el hombre moderno]… no podrá crear nada a

Menos que esté

Dispuesto a permitirlo todo, a aceptar el hecho

De que todo lo que ha creado hasta ahora… debe

Ser destruido para empedrar el camino a otras

Creaciones. Esta es la dialéctica que…pronto

Envolverá y moverá a la economía, el Estado y

La sociedad moderna como un todo.

Marshall Berman, 1982.

Para hablar de “sociedad moderna” en su estricto sentido, es preciso, primero, remontarse a su surgimiento y a lo que en principio constituyó como proceso y, a su vez, proyecto revolucionario[1]. Y es que, como afirma Giddens, una de las principales determinaciones de la modernidad es la reglamentación intrínseca de las que él llamaría “instituciones” (Giddens). Dichas instituciones, presentes aun en las sociedades premodernas, adquieren en la modernidad un carácter de constante transformación que las hace completamente innovadoras.

Comencemos, pues, por referirnos a la institución que, además de ser la que mas identificó la modernidad en su momento, es la que mayores transformaciones ha sufrido: el Estado Nacional.

A pesar de las múltiples interpretaciones que han dado los especialistas al surgimiento del estado nacional (y como ejemplo preciso, el estado nacional europeo), se ha llegado a una conclusión particular presente de manera implícita o explicita en todas estas, a saber; la función del estado nacional (y de las demás instituciones modernas) ha sido la de legitimar las relaciones de dominación establecidas con mucha anterioridad. No quiere decirse con esto que no hubiese una legalidad en la sociedad esclavista antigua (por tomar un ejemplo), sino que, por el contrario, lo que hizo el surgimiento del estado-nación y con él, de las instituciones modernas, fue ampliar las fronteras y parámetros de dichas relaciones. Así, el principal mecanismo para la consolidación del estado nacional fue, como lo advierte Norbert Elías, el paso de una economía natural a una monetaria, donde la tierra dejara de ser parte de pago y, por ende, dejase de estar dispersa. Aspecto que hacia mas difícil la unión del territorio al igual que el poderío de éste (Elías). Además de esto, queda muy claro que fueron determinantes de tal consolidación, la formación de un ejército propio y la unificación de entes económicos (dinero), políticos (monarca) y culturales (lengua e/o). De lo anterior podemos deducir que la adquisición del poder no se ejerce más que sobre los mismos hombres y en busca de beneficios particulares.

Pero ¿Qué tiene que ver todo esto con el tema del presente trabajo? Por ahora cabe recalcar que, si bien el estado nacional surgió como consecuencia necesaria de un afán del “hombre premoderno” por la delimitación de sus relaciones interpersonales (y todo lo que a ello atañe), es de entender que estos procesos son constantes en la historia del hombre desde que empezó a verse como mas que Uno, es decir, las relaciones de poder siempre buscan unificar en tanto surgen de una “división” y precisan volver a ella. Así, se ha visto a través de la historia que los grupos humanos que ven la necesidad de un cambio en su formación económico-social, pautan nuevas reglas para organizar de forma coherente y solidaria las relaciones entre sus miembros.[2]

Europa, por obvias razones, ha sido el continente anfitrión del surgimiento de la modernidad en los términos en que lo hemos tratado. ¿Puede seguirlo siendo? ¿Puede entenderse hoy como un modelo estructural de la sociedad moderna? Cuando en noviembre de 1993 entró en vigencia el tratado de la Unión Europea, se pautaba como una organización supranacional dedicada a incrementar la integración económica y política y a reforzar la cooperación entre sus estados miembros.

Cuando Marshall Berman, aludiendo a la célebre frase de Marx: “todo lo solidó se desvanece en el aire”, advierte que incluso instituciones tan sólidas como los estados-nación pueden sucumbir ante esta disposición de la modernidad, podría haber hecho una leve premonición de lo que actualmente estamos viendo con el auge que Toman hoy día las relaciones dentro de la Unión Europea. Y es que, si la modernidad deja de lado la definición territorial de equiparar el concepto de “sociedad” con el de “estado nacional”, dadas las consecuencias de “la globalidad y la globalización”, se puede entender que los sucesos (dentro de la modernidad) van a estar cada vez mas relacionados con lo “transnacional” y perderán su carácter local (Beck); temas (éstos) que están claramente arraigados dentro de las disposiciones comunes del tratado de la Unión Europea: “promover un progreso económico y social equilibrado y sostenible, principalmente mediante la creación de un espacio sin fronteras interiores, el fortalecimiento de la cohesión económica y social y el establecimiento de una unión económica y monetaria que implicará, en su momento, una moneda única, conforme a las disposiciones del presente Tratado...”(UE.).

Ahora bien, para nadie es un secreto que uno de los principales objetivos con que se creó la Unión Europea fue el de contrarrestar las políticas económicas de Norteamérica y oriente (Japón, Tailandia, Hong-Kong…) que empezaban a arrasar con el mercado mundial; además de esto sus mercados locales (aun los mas fuertes como Inglaterra o Alemania) veíanse debilitados por la gigantesca competencia y a pesar de constituir “unidad” como continente, sus relaciones de inmediación habían sido (hasta el momento) demasiado precarias.

Analicemos en este punto que la consolidación de la Unión Europea siguió unos parámetros de continuidad muy similares a los estudiados por Norbert Elías dentro de la formación de los estados nacionales al final de la “Baja Edad Media”. Proceso éste, que si se compara con algunos de los principales postulados del “Tratado De Maastricht”[3], deducimos fácilmente que ocurre en similares condiciones: eliminación de fronteras (cuando menos “arancelarias”), unificación de la medida de valor (moneda), etc. Para finalmente llegar a una única “Nación”, en el sentido estricto de la palabra. Hasta hace algunos años, la idea que hoy propongo, y que –sin embargo- no ha sido secreto para ningún observador de los procesos históricos sociales, hubiese parecido descabellada. La verdad es que los hechos hablan por si solos[4]. Pero todo este proceso nos llevaría a formularnos algunas preguntas: ¿Ha sido la “Globalización”, (en tanto conjunto de procesos transnacionales que implican la interacción e integración de los estados nacionales), un patrón de comportamiento y transformación de las sociedades humanas desde su mismo origen?[5] Si bien la Guerra ha sido factor fundamental en el desarrollo de los procesos aquí analizados ¿de que manera se presentará, y que consecuencias acarreará a futuro dentro de las relaciones internas de la Unión Europea? ¿Es posible, desde un punto de vista netamente sociológico, y dadas las “continuidades” históricas esbozadas, determinar una “estructura de la sociedad moderna”?

Deberíamos argumentar, a manera de respuesta, que si bien la postura teórica historicista ha sido desechada por muchos de los más destacados autores contemporáneos, las relaciones que ésta mantiene con el desarrollo actual de las sociedades, y los diferentes nombres que a tal desarrollo se le atribuyen (globalización, neoliberalismo…) esclarece muchos de los fenómenos innombrables dentro de otras teorías. Una respuesta más concreta este planteamiento solo la podría dar el rumbo que tomen los procesos subsiguientes a la consolidación plena de nuestro modelo “estructural” de sociedad moderna, la Unión Europea.



[1] Valga aclarar que como “proyecto” la modernidad se ha visto sujeta a innumerables “reformas” que hoy día la alejan completamente de su ambición inicial.

[2] El problema que deviene en este punto es que, en favor de la idea de “progreso”, que no es otra cosa que la búsqueda de un supuesto “estado de bienestar”, el hombre moderno intensifica estas funciones de relación al punto de sacrificarse a si mismo en pro de unos beneficios que, si bien son para él, se pierden en vista de su propia desaparición.

[3] Nombre que se le da al tratado de la Unión Europea por el nombre de la ciudad (en los países bajos) en la cual fue aprobado y firmado entre Diciembre y Febrero de 1991-1992.

[4] Anotemos que, el solo hecho de estar en proceso la legitimación de una “constitución política” común para la totalidad de los miembros de la UE. Señala la magnitud del asunto.

[5] Claro está que para cada sociedad existen procesos de transformación que, no por esto dejan de tener características afines.

No hay comentarios: