jueves, 7 de octubre de 2010

jueves, 22 de julio de 2010

LA NUEVA MODALIDAD DEL TRABAJO EN MANIZALES.

Una mirada a la temática de los “Call-Center” como desafío de la competitividad local y la corrosión del carácter individual.

Introducción.

Hasta hace un par de décadas, Manizales hubo de establecerse a nivel nacional como una ciudad con fuerte importancia en el ámbito industrial, y reconocida además como “Ciudad Universitaria”. No obstante, procesos como la Apertura Económica durante el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo y la incursión de capitales extranjeros, contribuyeron a que las empresas familiares fortalecidas especialmente a nivel regional tuvieran que abrirse a las nuevas lógicas del mercado o cerrarse en términos de funcionamiento y producción.

Es así pues que, el hecho mismo de que Manizales no constituyera ya un corredor comercial con ciudades principales como Bogotá o Cali se transformaría en un factor de aislamiento dentro del Mercado Interno y la remitiera nuevamente a la exclusividad de centro financiero regional del producto exportador nacional por excelencia: el café; que, entre otras cosas, ha ido perdiendo frente a otros focos regionales como Armenia en el Departamento del Quindío.

El papel de ciudad educadora ha sido otro de los puntos que, si bien fortalecían a Manizales, ha ido perdiendo paulatinamente, de acuerdo con los reportes del DANE, respecto de sus debilidades en calidad educativa básica y superior y la carencia de carreras profesionales y técnicas acordes con las nuevas necesidades referidas a la “división internacional del trabajo” que los esquemas de la Globalización vienen imprimiendo a las naciones latinoamericanas, otrora llamadas del “Tercer Mundo”.

Es así que durante las últimas administraciones municipales[1], y en vista de los altos índices de desempleo (que en 1997 ascendían al 15.5%)[2], Manizales ha optado por constituirse como una ciudad pionera en la contribución de Fuerza de Trabajo para los avances de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, dando apertura a empresas multinacionales que establecen sus bases en ciudades pequeñas, con mano de obra barata y poco cualificada a fin de incrementar las utilidades que en otros contextos socio-culturales serían invertidos en el trabajo propiamente dicho.

Este martes vendrán a Manizales visitantes de México y España. Del país manito estarán representantes de las empresas Celex y Telcel, y del país ibérico delegados del Grupo Conecta, que pertenece al Banco Santander. Estas personas quieren conocer qué tiene la capital de Caldas en materia de centrales de llamadas. La mira es llegar a la ciudad para abrir más de estos puntos, que en los últimos años vienen siendo foco de generación de empleo. Calculan que en un solo Call Center podrían abrirse 400 unidades de trabajo. Esta visita es producto del viaje que hizo el alcalde Juan Manuel Llano a México hace dos semanas[3].

En estos términos, trabajaremos aquí el papel que juegan hoy los denominados Call Center (Centros de llamadas) en el Mercado laboral manizaleño, sus implicaciones dentro de la calidad laboral de los trabajadores y las nuevas formas de organización del trabajo a la luz de algunos aportes teóricos contemporáneos a la Sociología del Trabajo.

Una aproximación teórica a los desarrollo del concepto de trabajo y flexibilidad laboral.

En las sociedades industrializadas –dice Dominique Meda- ha existido la tendencia a producir mayor número de bienes con cada vez menos mano de obra (lo que se establece para ella como una paradoja fundamental); aun así, el interés general se ha concentrado en la implementación de empleos “rentables”. El problema radica en que las políticas de restauración económica a nivel global se han generado con este objetivo pero han producido el efecto contrario. Dichas políticas insisten en la necesidad de la generación de empleo como un norte fundamental, lo que repercute, bajo su propia lógica, en el incremento de las bajas condiciones de empleabilidad (bajos salarios, informalidad laboral, etc.).

Con todo esto, el interés de los científicos sociales de las últimas décadas se ha centrado en la recomposición del concepto de trabajo que durante muchos años fue el centro de atención de las aproximaciones teóricas a la problemática mencionada a saber: el Trabajo, que durante la segunda mitad del siglo XX fue sustituida por conceptos como empleo que se limitaban a describir las condiciones de inserción de los individuos al mercado laboral. La discusión que justificaba el abordaje del Trabajo como categoría centralmente social versaba precisamente sobre las problemáticas semánticas que implicaba una aproximación teórica a la actividad humana bajo los diversos e incompletos significados de la categoría empleo. No así, el concepto de Trabajo se establece dentro de estas discusiones como la “actividad fundamental del ser humano” (Meda, 1998: p17)[4]. El problema que se empieza a vislumbrar en este punto radica en que los desarrollos teóricos del último siglo ha legitimado de alguna manera el discurso acerca de la esencia antropológica del concepto de Trabajo en tanto se hace aparecer como un elemento central de la “integración social”; lo que, no obstante, es criticado por esta misma corriente teórica en relación con las formas que toma históricamente y las políticas que contribuyen ha generarlas[5]. Así pues, si colocamos en contexto esta primera aproximación teórica veremos que para el caso de Manizales, al igual que para muchas otras ciudades y regiones de Colombia y Latinoamérica, el paso del concepto de Trabajo al de Empleo podríamos comprenderlo en el paso de una economía de consumo a una de mercado (lo cual no es un secreto) que se hace más marcada en ciudades relativamente jóvenes y sujetas por tradición a la economía agrícola.

Ahora bien, si se continúa realizando el análisis del trabajo sin realizar las distinciones anteriores, el mundo moderno parece recaer en la contradicción de suponer el trabajo como integración y colectividad aun cuando continua primando el carácter individualista sustentado en el Derecho laboral y expresado efectivamente en el “contrato”. Sigue rigiéndose bajo la lógica de las decisiones individuales y de la lucha desequilibrada entre el contratante y el contratado (empresario-obrero). Aquí se derrumba por su propio peso –de acuerdo con la autora- el argumento según el cual en la modernidad el trabajo busca la autorrealización del individuo por cuanto “es imposible disociar los ingresos del trabajo realizado” (p. 147). Así, la empresa, que aparecía como el centro de la sociabilidad retorna a su expresión utilitarista: no supone en sí misma un carácter colectivista más allá del trabajo indistinto (trabajo abstracto) para la producción de bienes.

Hacemos pues evidente en este punto, de que forma la transformación radical en las relaciones laborales en menos de una generación[6] han contribuido a generar lo que Richard Sennett denominaría la “corrosión del carácter” de las nuevas generaciones de trabajadores en la ciudad.

Para estos efectos, Sennett analiza estas transformaciones en las estructuras sociales modernas a partir de observaciones de la condición laboral en diversas capas sociales y durante espacios de tiempo intergeneracionales. Así, establece comparaciones entre la estabilidad laboral y la certidumbre social de una “clase obrera” que se caracterizaba por una identificación de clase y status social en relación con su empleo (por unas condiciones de vida optimizadas por las condiciones laborales y por una estabilidad institucional que se veía reflejada en el compromiso y los valores del individuo, su núcleo familiar y su entorno laboral, en otras palabras, por su distinción clara de carácter que será “corroído” en el lapso de una generación por el advenimiento de nuevas tecnologías en el campo laboral. Pero además está el caso de las nuevas lógicas laborales caracterizadas por la necesaria cualificación del trabajo, por su necesaria adecuación a la flexibilidad de las instituciones; en general, por el perfil de incertidumbre que supone la flexibilidad laboral, la impersonalidad de las relaciones, las estructuras de poder mimetizadas en nuevas formas de organización empresarial, etc. todo ello entrando en tensión con el carácter del individuo: con sus estructuras morales y valorativas en un contexto de socialización diferente a la lógica de cambios vertiginosos en todas las esferas sociales.

Una mirada acerca del Mercado Laboral en Colombia.

Si se mira desde una perspectiva general, el denominado “Mercado de trabajo” o “Mercado laboral” corresponde a uno particular en el cual se cambian servicios de trabajo. En este tipo de transacción intervienen dos elementos: el Capital y la Fuerza de trabajo, entendidas en otros términos como empleadores y empleados (al menos en potencia). Este mercado ha estado posibilitado a través de la historia, por la libertad que cuentan los individuos para comprar y vender fuerza de trabajo, y ha sido guiada a su vez por las condiciones de oferta y demanda del mercado. En estos términos podemos ver como un mercado de trabajo está relacionado directamente con las posibilidades que tiene un individuo o grupo de ellos, de acceder a un empleo en determinado espacio y tiempo.

Para su análisis, el concepto de mercado laboral tiene en cuenta elementos como la población económicamente activa, es decir en edad y con intenciones de trabajar y las condiciones de subempleo, entre otras, a fin de mirar el estado y las condiciones del trabajo mismo (salarios, estabilidad, etc.) en su relación con otros mercados.

Bajo esta lógica, el mercado de trabajo se ve constantemente permeado por unas condiciones externas relacionadas con el crecimiento económico tanto a nivel nacional como internacional. Podemos suponer con esto que en la medida en que se establezcan políticas para el fortalecimiento de un modelo de crecimiento económico, o que este se vea fortalecido por un incremento a nivel mundial, esto no necesariamente se traduce en crecimiento en la demanda de fuerza de trabajo y, por consiguiente, de bienestar laboral. Por el contrario, lo que ha reflejado la historia es que tanto los modelos de crecimiento económico fuertes como los que se ven debilitados por las condiciones mismas del mercado se preocupan fundamentalmente por la implementación de nuevas tecnologías que disminuyen la demanda de fuerza de trabajo, los primeros; y por la modificación de las condiciones laborales –en términos de bienestar social- para suplir las deficiencias económicas generales. Esta última es quizás la característica más notable en los mercados laborales latinoamericanos, en los que se muestra la inversión como un modelo de crecimiento “ahorrador de mano de obra”; lo que se traduce necesariamente en unas condiciones laborales precarizadas y en un desarrollo del mercado nacional bastante limitado. Ello sin tener en cuenta sus implicaciones al momento de vincularse al mercado mundial.

En estos términos vemos que el mercado laboral en Colombia se ha visto permeado por altos índices de población económicamente activa que, no obstante, no puede suplir los altos índices de desempleo. Según datos de la Revista Portafolio

De 11,2% fue la tasa de desempleo para junio de 2008, idéntico registro a la de mismo mes de 2007. Al sexto mes del año pasado en el país había 2 millones 150 mil personas sin trabajo, según las cifras divulgadas este jueves por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). El informe también presenta cifras de desempleo en las 13 principales áreas metropolitanas del país. Asegura que el nivel de desocupación subió de 11,6 por ciento en junio del 2007 a 11,7 por ciento en junio de este año. El Dane también señala que la población de ocupados en esas 13 zonas sumó 8 millones 386 mil personas, lo que significa que en los últimos doce meses se crearon 43 mil empleos en 13 ciudades principales. Según el reporte del organismo estadístico, la cifra total de colombianos con empleo llegó a 17 millones 434 mil personas. Esto indica que en el último año se crearon en Colombia 718 mil empleos, pues al finalizar el mismo mes del 2007 la cifra de ocupados era de 16 millones 716 mil personas. Sin embargo, al tomar como periodo el trimestre abril-junio, la cifra de empleo apenas tiene un ínfima diferencia. Se ubicó en 11,1 por ciento en el 2008, frente a 11,2 por ciento del mismo periodo del 2007. Otros indicadores que aumentaron en el trimestre para las 13 ciudades principales fueron el número de colombianos ocupados (0,5 por ciento); desocupados (1,6 por ciento) e inactivos (3,9 por ciento). Por su parte, descendió el subempleo subjetivo (18,2 por ciento) y el subempleo objetivo (8,6 por ciento). La mayor tasa de desempleo se presentó en Ibagué (19, 9 por ciento), seguido por Manizales (15, 5 por ciento) y Medellín (14, 5 por ciento). Cúcuta figura como la ciudad de menor índice de desempleo, con 9,3 por ciento[7].

Con lo que vemos que no solo el país ha presentado durante los dos últimos años altas tasas de desempleo sino que Manizales ha estado dentro de las ciudades que encabezan dichas listas. De aquí podríamos intuir la necesidad por parte de la administración de Juan Manuel Llano de suplir las necesidades laborales de la población económicamente activa joven con empleos temporales proveídos por capitales extranjeros que buscan sedes en ciudades como Manizales:

Manizales le apuesta duro a los 'call center'; Alcaldía espera que sector genere unos 8.000 empleos para 2011. La decisión del gobierno de Manizales de incursionar en 2007 en el negocio de call center para impactar las cifras de desempleo e impulsar la economía local, empieza a arrojar resultados favorables. José Manuel Cardona, gerente general del call center People Contact, no duda en señalar que el desarrollo de esta estrategia ha sido fundamental para que la capital caldense redujera su tasa de desempleo del 15,4 por ciento, registrado en enero del 2008, al 13,9 por ciento observado en julio de este año, es decir, que pasó de ser la segunda ciudad con mayor porcentaje de desempleados al sexto lugar. Esta industria ya emplea en Manizales a 3.200 personas y la admnistración espera elevar esta cifra a 8.000 trabajadores para el 2011. Hay que señalar que buena parte del interés del gobierno local por esta actividad se debe a que antes de llegar al primer cargo de la ciudad, el alcalde Juan Manuel Llano se desempeñó como gerente de la Empresa de Telecomunicaciones de Manizales (Emtelsa).

Sin embargo el tema de los empleos temporales representa otra problemática en relación con la calidad y la estabilidad laboral de quienes acceden a él. Para los Call Center ubicados en Manizales la empresa encargada de realizar las contrataciones en ETC (Empleos Temporales de Caldas), compañía considerada dentro del sistema de Bolsas de empleo que se encargan de organizar un banco de datos de empleados potenciales que son contratados por máximo seis meses y quienes nunca están en contacto con los jefes de la Empresa propiamente dicha en que laboran. Esta modalidad de trabajo supone para los trabajadores no solo problemas de salud mental en el trabajo (Schvarstein) en cuanto no se reconocen en un trabajo que no los compromete moralmente con la empresa (alienación) sino que las relaciones laborales se vuelven cada vez más impersonales e indirectas, generando problemas de identidad colectiva a través de un trabajo no solo flexible sino inestable (Sennett) como veremos a continuación.

Miremos entonces como se ve reflejado este fenómeno en los denominados Call-Center implementados en la ciudad de Manizales durante los últimos dos años.

La lógica de trabajo en los Call-Center.

Siempre que se habla de un Call Center, nos referimos a centros de Atención de llamadas, compañías que disponen de una serie de personas que se dedican a atender llamadas o a realizar llamadas o incluso ambas tareas, el fin de estas llamadas puede ser con diversos objetivos como por ejemplo, departamentos de atención a clientes, atención a reclamaciones, asistencias y soportes técnicos, departamentos que hacen encuestas, empresas de telemarketing, etc. Estas personas que hacen llamadas o atienden llamadas son los llamados Agentes del Call Center.

Para estas empresas en concreto es muy importante conocer datos de la calidad y la cantidad de llamadas efectuadas o atendidas, la razón es muy sencilla, el principal negocio de estas empresas se centra en la realización y recepción de llamadas con lo cual el control de la información que hace referencia a las llamadas es de vital importancia para valorar el negocio y beneficio de estas compañías.

En esta información se valoran datos de las llamadas y de los agentes, numero de llamadas recibidas, número de llamadas realizadas, duración de las llamadas, tiempos medios, tiempos de respuesta, disponibilidad de agentes, etc. Con todos estos datos se puede conocer si se esta realizando bien o no el trabajo y cuales son los puntos críticos en el caso de que los haya[8].

***

En cuanto al trabajo propiamente dicho, los Call Center están compuestos por amplias salas divididas en pequeños cubículos que cuentan con el espacio suficiente para que quepa una persona con su ordenador y los implementos exclusivamente necesarios para desarrollar su trabajo. La jornada de trabajo se desarrolla en ocho horas seguidas interrumpidas por una hora de descanso que se alterna en varios grupos de trabajadores y a diferentes horas; de manera que ni durante el horario de trabajo cuya actividad se limita al contacto telefónico con los clientes más no con los compañeros, ni en el horario de descanso podríamos decir que se establecen en esta forma de trabajo algún tipo de relación social ajena a las tareas laborales propiamente dichas que puedan generar identidad colectiva o cultura del trabajo construida sin presión de las esferas de poder al interior de la empresa.

Cabe en este punto una particularidad que entraría a discutir con la aproximación teórica de R. Sennett cuando habla de la especialización constante de los individuos para poder ejercer dentro del campo laboral de las nuevas tecnologías; y es que, para las empresas de telecomunicaciones establecidas en Manizales, lo importante de la fuerza de trabajo que reclutan tiene que ver con la poca cualificación laboral que les permita retribuir salarios más bajos y aprovechar incluso las capacitaciones de los trabajadores, quienes usualmente son jóvenes sin estudios superiores y algunas empresas –de acuerdo con declaraciones de una joven entrevistada- se empeñan en negar el puesto a personas calificadas laboralmente arguyendo empleabilidad para “personas necesitadas, madres cabeza de hogar, etc.”.

El Eje Cafetero resulta ser para las empresas que ofrecen este servicio un territorio atractivo por dos razones: mano de obra de calidad y barata y baja rotación de personal. En Pereira la también firma española Telemark, bajo el régimen de zona franca, instaló un centro de operaciones de este tipo donde genera 400 puestos de trabajo. Las empresas españolas especializadas en los servicios de call center miran a países emergentes como Colombia, porque hay mano de obra disponible dispuesta a hacer los trabajos que, por ejemplo, los españoles en su país no hacen, consideran los directivos.

Como decíamos, la contratación así como el pago de pensiones y el salario son canalizados por la Bolsa de empleos (para el caso, ETC.) Lo que supone una reducción considerable de los mismos. Después de determinado tiempo –alrededor de un año- se hace una selección de los trabajadores que pasan a hacer parte de la nómina directa de la empresa en cuestión.

Además de esto, las compañías de telecomunicaciones internacionales están asociadas con compañías de capital primordialmente local que crean alianzas estratégicas que le permite a los inversionistas extranjeros reducir costos de arancel en el ingreso de tecnologías al país y a los inversionistas locales mejores ganancias e inversión.

Para lograr las metas, People Contact ha incursionado en un novedoso modelo de negocios que consiste en asociarse con call center internacionales para que traigan sus operaciones a Manizales. Por cuenta de este modelo, compañías como la española Digitex ya genera más de 2.400 empleos en la ciudad. Como si lo anterior fuera poco, People Contact trabaja de la mano de otras firmas internacionales en la constitución de zonas francas uniempresariales dedicadas al negocio de call center. Precisamente, este diario visitó la semana pasada la sede del primer call center que operará en Manizales bajo esta figura y que empleará inicialmente a 750 personas y a 2.000 en el mediano plazo. Gracias al modelo de zona franca uniempresarial, los inversionistas reciben un incentivo de arancel cero para importar tecnología de punta y descuentos de hasta el 15 por ciento en el impuesto de renta. Fuera de las alianzas, explicó Cardona, Manizales está explotando el hecho de que contratar un call center en una ciudad como Bogotá puede resultar hasta 35 por ciento más costoso para los empresarios. Agregó que el nivel de rotación de los centros de atención telefónica en la capital es del 15 por ciento del personal, mientras que en Manizales esta cifra es del 1 por ciento[9].

¿Corrosión del carácter?

Con todo lo anterior, si bien es cierto que estadísticamente las tasas de desempleo en Manizales han tendido a disminuir durante el presente año, los empleos temporales suponen un problema más profundo que va desde precariedad en las formas de contratación, retorno al alza de las tasas de empleo en rangos semestrales, etc. Hasta problemas de extrañamiento del trabajo por parte de los mismos trabajadores, acercándonos a lo que Sennett denomina la “corrosión del carácter” en tanto en cuanto las generaciones jóvenes que hoy empiezan a hacer parte de estas nuevas modalidades de empleo en los Call Center los podemos asociar temporal y generacionalmente con los hijos y nietos de personas pensionadas de empresas de carácter paternalista y proveedoras de estabilidad laboral como lo mencionábamos más arriba (Empresas Públicas de Manizales, UNICA S.A, ETC.).

Son jóvenes que veían en los empleos de bajo rango (obreros, por ejemplo) la posibilidad de “mantener una familia al igual que lo hicieron sus padres”. De allí que muchos hogares de las clases populares de Manizales opten aun por los estudios técnicos en instituciones como el SENA menos que por carreras profesionales. No obstante, el mercado laboral actual en Manizales solo ofrece como efectivamente lo vemos empleos de carácter temporal y con condiciones mucho más adversas que las presentadas por generaciones anteriores aun con empleos de “baja categoría”.

Conclusiones.

Si bien, la pregunta que surge en este punto es ¿de qué forma puede insertarse competitivamente en el mercado global, un país que no pertenece a los “más adelantados” tecnológicamente”? Coriat afirma que el fortalecimiento de las dinámicas competitivas en el mercado interno para el consumo fortalecen paulatinamente la exportación con costes de producción más bajos lo que lo hace representativo frente a otros en el mercado global si se acompaña de de savoir faire especializado. Sin embargo la búsqueda que realizan las actuales administraciones municipales para colocar a Manizales dentro de los rangos mínimos de competitividad a nivel mundial en términos de nuevas tecnologías de la información, no contribuyen con un savoir faire especializado ni mucho menos propio. A lo más que puede apuntar la industria de los Call Center en la ciudad es 1) a mitigar las tasas de desempleo locales semestralmente y 2) a contribuir con mano de obra no calificada y mal pagada a la millonaria industria de las telecomunicaciones a nivel mundial.

Ahora bien, si miramos la problemática en términos de encontrar una ética del trabajo en este contexto veremos que, aunque el advenimiento de la sociedad industrializada suponía una gran demanda de mano de obra que era preciso reunir bajo un mismo techo y bajo una lógica diferente a la producción artesanal del saber individual y el desperdicio del tiempo. La ética del trabajo suponía pues una interiorización de valores que modificaran, primero la perspectiva individualista del saber artesanal y segundo, el ocio deliberado de la gran cantidad de individuos que se dedicaban a la mendicidad. Aun así, los seguidores de la ética del trabajo consideraban que no se trataba solamente de una interiorización de valores sino de una fuerza coercitiva de hecho que, bajo diferentes métodos, obligara a los individuos a ver en el trabajo asalariado de las nuevas empresas una alternativa sin alternativa respecto de otras formas de vida: se trataba de subsumir la devoción por el saber artesanal y la vocación tradicional a las demandas del patrón y a la lógica de la división del trabajo (Bauman). No obstante, encontrar una ética del trabajo propia de las formas laborales en que se organizan hoy día los denominados Call Center nos llevaría a pensar que, si bien, la interiorización de unos valores específicos que adecuen el carácter del trabajador a la lógica de su trabajo son deliberados e impuesto, a diferencia de los orígenes de la sociedad industrial el trabajo de los Call Center tiende cada vez a la inculcación de una ética individualista que aísla al individuo de su entorno social-laboral y le exige que este proceso solo permanezca durante el tiempo que dure su contrato. (Sennett: corrosión del carácter y flexibilidad laboral constante); y contribuye además a que este esquema de trabajo se reproduzca en la ciudad por cuanto la mano de obra barata y no cualificada se “especializa” en este tipo de trabajo y tiende a permanecer en el por cuanto su estructura social solo le habilita dichas oportunidades laborales.

Según el gerente de People Contact, José Manuel Cardona, en caso de que el Concejo apruebe los recursos, más otros 6.000 millones que se tienen previstos se invertirán en un nuevo punto de 650 estaciones de trabajo. “Si el cronograma sale como lo tenemos previsto esperamos empezar en enero de 2010. Con estos puntos adicionales, People Contact queda con 3.800 estaciones incluidas las ubicadas en Bogotá” agregó el directivo, quien señaló que para el próximo año la industria de los centros de contactos generará en Manizales 5.500 empleos directos. La proyección de ventas de la firma para el presente año espera una facturación de 23.000 millones de pesos (Op cit.).



[1] Especialmente la del Doctor Juan Manuel Llano, quien –a propósito- se desempeñaba anteriormente como gerente de la Empresa de telecomunicaciones local EMTELSA.

[2] Revista Portafolio, 1997.

[4] MEDA, Dominique. El trabajo, Un valor en peligro de extinción. Gedisa Edit. Barcelona, 1998.

[5] En los términos arriba concluidos, la autora alude a cuatro posibilidades por las cuales el trabajo podría considerarse como un elemento fundamental del vínculo social: 1) porque permite el aprendizaje y la identidad social; 2) corresponde a la “medida de los intercambios sociales”; 3) posibilita la denominada utilidad social; y, 4) es un espacio de encuentros sociales ajenos a las bases sociales como la familia. No obstante argumenta Meda, sería posible colocar en entredicho la afirmación generalmente compartida por la teoría del siglo XX que coloca al trabajo como único factor posibilitador de la integración social, y cuya herencia viene de la Economía Política clásica y su restricción del concepto trabajo al entorno exclusivo de la producción. Allí radica precisamente su ambigüedad.

[6] Hasta hace un par de décadas las empresas pioneras en empleos para las familias manizalita eran Telecom, Empresas Públicas de Manizales, CHEC y la Fábrica de Tejidos e Hilados UNICA. Todas ellas le brindaban a sus trabajadores una estabilidad laboral propia del Estado benefactor de finales de siglo que se vio suplido por las dinámicas del mercado mundial, la globalización y el denominado Neo-liberalismo.