jueves, 16 de julio de 2009

DISCUSIONES CONTEMPORANEAS SOBRE LA “CENTRALIDAD SOCIAL DEL TRTABAJO”.


En otro momento habíamos tratado el problema del trabajo abordado desde las teorías clásicas y la forma en que su concepto manifestaba claramente el desarrollo de las sociedades modernas, es decir, la forma en que el trabajo aparecía como la piedra angular de la modernidad, de la construcción del hombre moderno y de su posible devenir a futuro. No obstante, los nuevos desarrollos del concepto trabajo y del trabajo mismo durante el siglo XX supusieron nuevas perspectivas y elaboraciones teóricas frente al problema del trabajo como categoría sociológica central en las sociedades globalizadas de la denominada “post-modernidad”.

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Durante los siglos en que tuvo auge el proceso de industrialización, la Fábrica se nos aparecía como el núcleo entorno al cual giraban las relaciones tanto económicas como políticas (sindicales, por ejemplo) y culturales de la mayoría de la población en las naciones del denominado “primer mundo” . El trabajo no solo se presentaba como un elemento necesario en el desarrollo de las sociedades, sino como la condición misma para que tal desarrollo se llevara a cabo.
Todo el proceso anterior repercutió en que la centralidad misma del trabajo generara una serie de desarrollos tecnológicos que permitieron durante el siglo XX una gran producción en masa y, con ello, el advenimiento de una “sociedad de consumo” que demandara dicha producción. En este punto, tal vez podría pensarse que lo que se generó con los desarrollos de la “micro-electrónica” y su vinculación a la producción industrial, no fue otra cosa que la estabilización del trabajo industrial y el mejoramiento de las condiciones laborales. Sin embargo, autores como Enrique de la Garza (1999) reconocen el hecho de que el siglo XX presentó un considerable cambio cualitativo en las formas de contratación, en la demanda de mano de obra no calificada, en la inestabilidad de los tiempos de trabajo y en el incremento del sector servicios que desplaza paulatinamente al sector industrial en términos de su fortalecimiento y expansión.
Lo anterior supone, como ya decíamos, una serie de transformaciones en el conjunto de relaciones sociales e “identidades colectivas” establecidas con base en la sociedad industrial y en torno a la Fábrica. Jeremy Rifkin es uno de los autores que, de acuerdo con el análisis de los datos ofrecidos por diferentes organizaciones mundiales acerca del incremento productivo del sector servicios, del constante cambio en las condiciones laborales a nivel global y del declive general del campo laboral obrero, ha intentado argumentar “el fin del trabajo” como categoría social” y su suplantación por La máquina y los adelantos en la micro-electrónica y las NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones); haciendo, con esto, menos necesario el trabajo humano. Para Rifkin el problema de esto está en que la gran masa de mano de obra que liberan los diferentes sectores de la economía no encuentran nueva vinculación y los que permanecen empleados o que recién se emplean deben adecuarse a unas condiciones laborales que no mejoran con los adelantos tecnológicos: el tiempo de trabajo sigue siendo el mismo, los niveles de producción más altos y los salarios no se adecúan a éste factor.
La propuesta de este autor se basa pues en el hecho de que los nuevos adelantos tecnológicos permiten liberar tiempo de trabajo e incrementar la productividad, con lo que cabría la posibilidad de disminuir el tiempo de trabajo de la mano de obra empleada y emplear la ofertante incluso con mejores condiciones de manera que el tiempo libre igualmente remunerado permita al individuo dedicarse a otras actividades para el desarrollo de la personalidad. Propuesta, entre otras cosas, poco novedosa si nos remitimos a los planteamientos similares de Marx.
Planteamientos similares en cuanto a las causas de la desaparición del trabajo como categoría socialmente central son los de Clauss Offe. Para este autor es claro que el trabajo se ha ido segmentando en una serie de prácticas cada vez más diversas. Tal fenómeno impide, según Offe, que se puedan seguir considerando las prácticas laborales como un proceso de generación de “identidad colectiva” que represente por lo menos a una parte de la sociedad. Esto cambia sustancialmente el carácter central del trabajo en las sociedades contemporáneas y su forma de ser visto por el individuo mismo. El trabajo deja con esto de representar una actividad de carácter colectivo (pese a que siga desarrollándose así) y se repliega en la actividad individual para proveer los medios de vida. Su propuesta se centra pues en la creación de un “tercer sector” que incluya la población no empleada y a la que se reconozca un ingreso básico que supla –en parte- las necesidades generadas por la ausencia de posibilidades laborales. Tal propuesta tendría una serie de implicaciones que no es preciso anotar aquí.
André Gorz es otro de los teóricos franceses que más ha hecho énfasis en el problema de la desaparición del trabajo como categoría socialmente central en el mundo contemporáneo. Para Gorz, uno de los problemas fundamentales es la forma que va tomando el trabajo dentro de las sociedades desarrolladas: la informalidad del trabajo, las formas de contratación inestables (contratos temporales, por ejemplo). Ello se debe, según el autor a que las sociedades cada vez más desarrolladas tecnológicamente habrán de requerir menos trabajo humano de tiempo completo y más flexibilidad en las formas de contratación:
"No hay, ni habrá nunca más, suficiente trabajo (remunerado, estable, de tiempo
Completo) para todos, dice Gorz, pero la sociedad, -de hecho el capital, que no
Tiene más necesidad y tendrá cada vez menos necesidad del trabajo de todos-, se
La pasa repitiendo que no es ella, la sociedad, ¡oh, no!, sino ustedes los que tienen
Necesidad de trabajo".

Gorz es otro de los autores que aboga por la reducción paulatina del tiempo de trabajo de manera que se supla la oferta de fuerza de trabajo . Para este autor, el trabajo aparecería pues como una categoría socio-histórica, es decir que obedece a un contexto particular y que tiende a desaparecer tanto en forma como en contenido. Esto difiere ampliamente de las teorías clásicas que consideraban la categoría trabajo como fundamento antropológico, es decir como característica inherente a la naturaleza humana. Finalmente, para el autor, los desarrollos tecnológicos de las sociedades contemporáneas apuntan pues, con lo dicho más arriba, a “salir de la sociedad salarial” en la que son le trabajo y la producción los ejes de la modernidad.

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Aunque no hemos traído a discusión aquí a todos los autores que hablan sobre el fin del trabajo como categoría socialmente central, si nos referimos a los más representativos y a la forma en que convergen algunas de sus posturas: 1) Ha existido una tendencia a la “desproletarización” del trabajo en las sociedades avanzadas a partir del desarrollo tecnológico. 2) la subcontratación, la calidad de la misma y la disminución del tiempo de trabajo en la producción, han sido las constantes del ámbito laboral en el último siglo. 3) Se hace cada vez más marcada la inserción laboral de mano de obra femenina que tiene la cualidad –según algunos analistas- de ser más eficiente (éticamente hablando) y de ser, aun a pesar de los grandes esfuerzos de las reivindicaciones feministas, de ser la mano de obra más barata del mercado… estos son algunos de los elementos a que apuntan los teóricos que argumentan acerca del fin del trabajo.
No obstante todo lo anterior, podríamos colocar en este punto, y a manera de conclusión, un par de anotaciones que sirvan de hilo conductor a las siguientes discusiones:
Podríamos decir que, de acuerdo con los análisis que no toman en cuenta la gran masa de mano de obra y los mercados emergentes de los países en desarrollo, el trabajo no está propiamente en condición de extinción cuanto si de transformación en su forma y contenido:
1) Porque en los países en desarrollo existe y sigue creciendo una gran masa de mano de obra que podría suplir la necesidad de trabajo asalariado del mundo desarrollado (a lo que hace referencia Ricardo Antúnez).
2) Porque el trabajo va más allá de la mera labor y se puede entender también como trabajo intelectual, y en estos términos la ciencia se dirige a suplir el trabajo manual a través de los desarrollos tecnológicos.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Este es un excelente trabajo. Hee visto en su página que dejo de publicar luego del 2009. Realmente es una lástima!
Saludos
Carmen Quinter
Socióloga

Nata... dijo...

su trabajo está excelente, este estudio nos parece realmente importante y significativo para la cultura caldense..
somo un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional sede manizales quisieramos contactarlo para que nos brinde un poco de información sobre el contexto laboral en manizales para realizar una pequeña investigación acerca de este tema...
agradecemos su pronta respuesta¡¡¡
Gracias.
puedes escribirnos al correo electronico: karencita_1248@hotmail.com